Los videojuegos como una estrategia para el aprendizaje colaborativo
Los videojuegos han sido objeto de críticas y polémicas casi desde su surgimiento en la década de 1970. Se ha dicho de todo: que vuelven violentos a niños y adolescentes, que interfieren con su socialización y los vuelven solitarios, que limitan su creatividad e, inclusive, que embotan su mente y los incapacitan para el aprendizaje y las actividades cognitivas.
Sin embargo, la mayoría de estas afirmaciones no tienen sustento en investigaciones serias y se han hecho desde las consideraciones de grupos o personas que se oponen a su uso. Por el contrario, investigaciones científicas han demostrado que algunos videojuegos favorecen el desarrollo de habilidades como la resolución de problemas, atención, concentración espacial, aprendizaje colaborativo, entre otras.
Un videojuego representa un ambiente controlado donde se persigue una meta asequible y las actividades requieren cierto esfuerzo sin llegar a ser abrumador, además de que se puede fallar de forma segura. Así, el reto y la recompensa constante inducen a un agradable estado de concentración que incentiva el aprendizaje y la creatividad.
Una de las críticas más frecuentes es que interfieren con la socialización y resultan en personas retraídas e introvertidas. No obstante, contrario a la imagen de ermitaños aislados que se suele tener de los jugadores de videojuegos, se ha comprobado que una gran mayoría lo hacen con compañeros y que los juegos son eficaces para promover la cooperación.
Aunque el trabajo en equipo es una aptitud imprescindible para la vida, suele ser difícil de sobrellevar y día a día podemos comprobarlo en los centros de trabajo. El hecho de que la mayor parte del tiempo los videojuegos se jueguen en grupo representa una gran oportunidad de utilizarlos como una estrategia para fomentar habilidades de cooperación y aprendizaje colaborativo desde etapas tempranas del desarrollo escolar.
Este tipo de actividades no sólo potencia su creatividad y ayuda a mejorar su respuesta ante problemas; también empuja a los niños a adoptar un rol activo y construir sus propios conocimientos desde la cooperación e interacción que se produce con sus compañeros; a diferencia de las formas tradicionales de enseñanza donde el maestro como figura superior imparte la clase y los alumnos escuchan y reciben la información pasivamente.
De tal manera, colaborar para llegar a un objetivo común dentro de un videojuego puede ayudar a impulsar en los alumnos una autoridad y responsabilidad compartida sobre las acciones y decisiones que llevarán a su adquisición de conocimientos. Los niños aprenden a la par de otros niños como normalmente ocurre en la escuela, pero a la vez guían su propio proceso de aprendizaje y el de sus compañeros.
Actualmente la conexión puede establecerse aunque los participantes se encuentren en sitios diferentes, pues la tecnología tanto de internet como de consolas y PCs permiten comunicarse y jugar con personas en cualquier lugar del mundo en tiempo real, por lo que la distancia no es impedimento.
Al contrario, inclusive podrían ser una excelente estrategia para complementar el aprendizaje e inculcar la socialización y actitudes cooperativas aún estando separados –como nos hemos visto obligados a permanecer durante el último año y medio gracias a la pandemia de COVID-19–. Y todo mientras también se adquieren conocimientos y habilidades digitales, esenciales en el mundo moderno y diverso en el que hoy vivimos.
Con todo, el hecho de participar en grupo no es condición suficiente para promover por sí solo el aprendizaje colaborativo: uno de los puntos fuertes de los videojuegos es que vuelven la actividad en equipo emocionante y atractiva, gracias a una serie de estímulos intensos como gráficos, sonidos, interactividad, etc., que despiertan los sentidos de los jugadores y crean una experiencia inmersiva.
Sin duda, sería irreal, ingenuo incluso, decir que los videojuegos son sólo ventajas y beneficios; pues como todo, entraña riesgos cuando se hace un uso inapropiado de ellos. Pero utilizados adecuadamente y con moderación pueden ser una gran estrategia para la adquisición y mejora de una amplia variedad de habilidades.