Ay, qué aburrimiento, ¿y si mejor escuchamos la Historia en podcast?
No es raro que Historia sea señalada constantemente como una de las materias más odiadas por los estudiantes, que se diga que es aburrida y difícil de entender, o en general, que cualquier mención o referencia a ella provoque un sonoro «¡Ayyy no! Son puros nombres y fechas».
Por eso, resulta un poco sorprendente que de unos años para acá se haya dado un boom en la producción y escucha de podcasts con temática histórica. ¿Cómo sucedió esto? ¿Qué hay detrás de este boom? Pero sobretodo, ¿Cómo ha contribuido y qué posibilidades representa para la divulgación del conocimiento histórico en un entorno digital?
En lo personal, creo que a todos nos gusta la Historia. Sí, a TODOS. Porque, la verdad, ¿a quién no le gusta un buen chisme? La Historia tiene pleitos, intriga, traiciones, egos gigantes… en fin, todos, absolutamente todos los elementos de un chisme 10/10.
En realidad, lo que no nos gusta es cómo nos la han contado. La solemnidad de la academia y los enfoques positivistas han hecho que su enseñanza se vuelva una tarea tediosa. De ahí que el podcast esté teniendo un gran auge, pues ha dado un respiro al rigor científico en la transmisión de conocimiento histórico.
En primer lugar, cabe mencionar su practicidad y flexibilidad, pues una vez descargados en dispositivos móviles, los podcasts pueden ser reproducidos independientemente de si hay acceso a internet o no, lo que permite escoger sin imposiciones temáticas, horarias o técnicas qué te interesa y en qué momento escucharlo.
Pero más allá de cuestiones utilitarias, el contenido y el formato son lo que en verdad llama la atención del escucha. Como dije, a la gente le interesa la Historia –y sí, no se puede prescindir por completo de nombres y fechas–, pero no quiere que le avientes un rollo adormecedor con 20 actores, 30 fechas y lenguaje especializado, que le haga perder secuencia y al final no logre entender bien qué pasó, cómo y por qué.
En un podcast, los temas son narrados con amenidad y sencillez, incluso con humor. Se relatan motivaciones, o le explican al escucha el origen de cosas que lo tocan en su vida cotidiana. Es, efectivamente, como cuando te cuentan un chisme.
A veces tiene el formato de cápsulas donde cuentan curiosidades o pequeñas historias, como es el caso de Curiosidades de la Historia, de National Geographic, o Historia Chiquita. Otras veces, se discuten los temas en una plática entre amigos como cualquier otra, con chistes y anécdotas en medio, como sucede en El Dollop.
Otra cosa que ha contribuido a la popularidad de los podcasts con temática histórica es la idea de «desmitificación», pues como consecuencia del nacionalismo se tienen versiones canonizadas de hechos históricos, lo que ha dado pie a la propagación de mitos y creencias erróneas o desactualizadas.
En muchos de estos canales se han propuesto visiones más imparciales y se ha hecho énfasis en que en la Historia, como en cualquier otra disciplina, la investigación continua y los nuevos hallazgos pueden cambiar el conocimiento que se tiene de un suceso.
De igual manera, al abordar temas como la crónica urbana, promueven una resignificación y apropiación del patrimonio local; el sentirlo cercano y entenderlo. Tal es el caso de Cuidad de México, cuya premisa es que sólo es posible cuidar de aquello que se conoce.
Así, los podcasts son una excelente alternativa para la divulgación, pues conectan con un público actual, que tiene prácticas comunicativas actuales, y desde contenidos que se ajustan a realidades más inmediatas. En resumen: convierten al conocimiento histórico en un saber más cercano.